Yo, Balata y mi futuro

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De los 19 campos de refugiados oficiales que existen en Cisjordania, el campo de Balata, situado junto a Nablus, es el de mayor densidad poblacional. Creado en 1950 tras la guerra árabe-israelí, hoy en día alberga a más de 23.000 personas.

En Balata no se vive entre algodones…

«En ocasiones, algunos jóvenes palestinos, desesperados, se acercan a los puntos de control fronterizos israelíes cargando grandes paquetes a la espalda con la esperanza de que los soldados los confundan con terroristas cargados de explosivos y les disparen», explica un profesor de Balata, contratado por la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Próximo).

Esos jóvenes deciden seguir ese tétrico camino por el sencillo motivo de que el que tienen ante sí no es mucho mejor. Las perspectivas profesionales en el campo de Balata son tan angostas como los callejones que alberga: el índice de paro alcanza el 25 por ciento.

… sino más bien entre rejas

DSC_2088En una superficie de 2,5 kilómetros cuadrados, se alzan unos altos edificios de hormigón con un espacio mínimo entre ellos, donde incluso los niños se sienten enjaulados.

Tanto en los sucios callejones de este campo como en las cuatro escuelas de la UNRWA , las actividades destinadas a los niños son tan limitadas como el espacio para soñar.

La vida cotidiana de los niños de Balata transcurre entre problemas de pobreza, higiene, agua, electricidad y tratamiento de residuos. En verano, debido a las restricciones israelíes, solo hay agua durante cuatro días a la semana.

Crisol del desencanto

La mayoría de los jóvenes están desatendidos y sus padres, desengañados por la situación o lejos del hogar por trabajo, dejan que sus hijos deambulen descalzos por las calles del campo. Este entorno es ideal para «el consumo de drogas y la delincuencia, que son verdaderos problemas», asegura este profesor palestino.

También es el crisol ideal del desencanto, que acaba con toda esperanza… o casi, ya que en el corazón de los habitantes de Balata sigue existiendo el «derecho al retorno».

Escrito por: Laurine Jobin
Traducido por: Carolina de la Cruz
Revisado por : Isabel Rodríguez Pérez