Enfermedades infantiles

Durante la infancia, una etapa crucial en la que el sistema inmunitario comienza a desarrollarse, los niños están expuestos a numerosas enfermedades. Además del acceso limitado a la sanidad, factores como la desnutrición, la falta de vacunación y hábitos de higiene inadecuados contribuyen al aumento de enfermedades y de la tasa de mortalidad entre los niños. Por lo tanto, para garantizar la salud de los niños y reducir la incidencia de enfermedades infantiles, es necesario invertir en mayor medida en la sanidad pública. Estas actuaciones resultan primordiales para reducir de manera efectiva la prevalencia de enfermedades mortales en los niños.

¿Cuáles son las enfermedades infantiles más comunes?

En el mundo, casi la mitad (45%) de las muertes en niños menores de cinco años fueron causadas por enfermedades que podrían haberse evitado como la malaria (8%), diarrea (18%) y neumonía (19%). El 41% de estas muertes ocurrieron en África subsahariana, lo que pone de manifiesto la gravedad del problema en los países en desarrollo (Batura N. et al., 2022).

Pese a los avances científicos y la posibilidad de prevención en los casos de malnutrición, neumonía, diarrea y malaria, estas enfermedades continúan siendo una gran amenaza para la vida de los niños debido a dificultades como el acceso limitado a la sanidad, la falta de cobertura sanitaria y los altos costes de la asistencia médica. Esta situación es especialmente preocupante porque tales enfermedades son totalmente tratables con los apoyos políticos y económicos adecuados (Sackett P. G., 2008).

Desnutrición

La desnutrición surge cuando el organismo carece de vitaminas y minerales esenciales que resultan vitales para el funcionamiento adecuado de nuestros órganos. Los signos más comunes de la malnutrición infantil son el retraso en el crecimiento, la delgadez, la hinchazón, la fatiga y el deterioro del sistema inmunitario. Las deficiencias de nutrientes pueden afectar varios sistemas corporales y funciones sensoriales provocando problemas cutáneos como resequedad, aumento de hematomas y erupciones, así como también cambios en la pigmentación de la piel (Johns Hopkins Medicine, s.f.).

En el mundo, alrededor de 45 millones de niños menores de cinco años padecen desnutrición aguda, lo que significa que su peso es bajo respecto a su estatura. En 2021, pese a los enormes esfuerzos que se llevaron a cabo para reducir la tasa de mortalidad infantil, aproximadamente un niño o adolescente moría cada 4.4 segundos, alrededor de un total de cinco millones de muertes en este grupo de edad. La desnutrición fue la causante de casi la mitad de estas muertes (Malteser International, s.f.).

Según la Organización Mundial de la Salud, la tasa de mortalidad a causa de la desnutrición fue notablemente más alta en los países en desarrollo en 2020. Somalia es el país con la tasa de mortalidad más alta por desnutrición, con 42.27 muertes por cada 100,000; seguida de Mali, con 35.74; Eritrea, con 26.52; y Yibuti, con 25.18 (World Life Expectancy, 2020).

Concretamente en Somalia se registró un aumento del 300% en el número de niños que recibieron tratamiento por desnutrición severa durante los seis primeros meses de 2022 debido a la grave sequía que asolaba al país. En el seno de una sequía devastadora, Somalia se encuentra al borde de la hambruna, lo que suscita inquietud por la posibilidad de que se repita la hambruna de 2011, que cobró 260,000 vidas, de las cuales casi la mitad eran niños menores de cinco años (ReliefWeb, 2022).

Neumonía

La neumonía, una infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones, es causada por diversos agentes infecciosos como los virus, las bacterias y los hongos. Se puede transmitir de distintas formas: por la inhalación de virus y bacterias que se encuentran en la nariz y garganta, de gotitas suspendidas en el aire a causa de tos o estornudos y por el alto riesgo de contagio a través de la sangre al nacer. Aunque esta enfermedad afecta a niños y familias en todo el mundo, las tasas de mortalidad son considerablemente más elevadas en el sur de Asia y en África subsahariana (OMS, 2022).

Cada año la neumonía se cobra la vida de aproximadamente 700,000 niños menores de cinco años, lo que significa que se trata de la enfermedad infecciosa más mortífera en este grupo demográfico. A pesar de ser una enfermedad fácil de prevenir y tratar con antibióticos, cada minuto mueren niños por neumonía en distintas partes del mundo. Esta enfermedad afecta en mayor medida a las poblaciones más desfavorecidas y la situación se ve agravada por la desnutrición, la falta de agua potable y el acceso limitado a la sanidad (UNICEF, s.f.).

Es fundamental comprender e investigar estas enfermedades para poder tratarlas de forma efectiva. De esta manera, podemos descubrir los intrincados factores que determinan las desigualdades demográficas y las distintas medidas de actuación que deben llevarse a cabo según la población.

Sin embargo, la inversión en la investigación de la neumonía infantil ha sido muy escasa: entre 2000 y 2015 se destinó para este fin menos del 3% de los fondos concebidos para la investigación de enfermedades infecciosas. La mayor parte de esta inversión se destinó al desarrollo de vacunas, pasando por alto aspectos fundamentales como la prevención, el diagnóstico y el tratamiento. Es sorprendente que los países de ingresos bajos y medios, donde se registra el 99% de las muertes por neumonía infantil, recibieran solo el 8% de la financiación para la investigación relacionada con la neumonía (Steele A. et al., 2023).

Diarrea

La diarrea, caracterizada por deposiciones frecuentes y blandas, puede provocar síntomas como falta de apetito, vómitos, pérdida de peso o fiebre en los niños afectados. Los casos prolongados o graves de diarrea pueden provocar una pérdida importante de líquidos (deshidratación), lo que resulta especialmente peligroso para los lactantes y los niños pequeños, que pueden deshidratarse rápidamente, a veces en un día. La deshidratación grave conlleva grandes riesgos, como convulsiones, daños cerebrales e incluso la muerte (Consolini M. D., 2023).

Las muertes causadas por enfermedades diarreicas están estrechamente vinculadas a la riqueza de un país. A menudo existe un mayor riesgo en las áreas de ingresos más bajos debido a factores como la falta de agua potable, la disponibilidad de vacunas contra el rotavirus, la desnutrición y el retraso en el crecimiento, lo que contribuye a la prevalencia de las enfermedades diarreicas (Dadonaite B., 2019).

En los países más pobres, cada año más de 100 niños de cada 100,000 mueren a causa de estas enfermedades y en algunos lugares, como Madagascar, Chad y la República Centroafricana, se alcanzan las 300 muertes (Dadonaite B., 2019). En cambio, los países más ricos, sobre todo de Europa y algunas partes de Asia, registran tasas muy bajas, a menudo inferiores a 1 por cada 100,000 al año (Dadonaite B., 2019).

La prevalencia mundial de las enfermedades diarreicas infantiles es alarmante: cada año se registran casi 1,700 millones de casos. Es la segunda causa de muerte en niños menores de cinco años y se cobra unas 525,000 vidas al año. A la hora de comprender el impacto y la prevalencia de la diarrea en el mundo, es crucial tener en cuenta que se trata de una enfermedad prevenible y tratable (OMS, 2017).

El acceso al agua potable, junto con un saneamiento e higiene adecuados, pueden prevenir un gran número de estas muertes. En particular, los niños desnutridos con sistemas inmunitarios debilitados corren un mayor riesgo de sufrir diarreas potencialmente mortales, lo que pone de manifiesto la imperiosa necesidad de adoptar estrategias de intervención dirigidas a estas poblaciones vulnerables (OMS, 2017).

Malaria

La malaria es una enfermedad grave que suele darse en zonas con recursos limitados. Est causada por parásitos que se transmiten a través de la picadura de mosquitos. La enfermedad se extiende desde la picadura del mosquito hasta invadir las células del hígado y posteriormente se propaga al torrente sanguíneo, provocando los correspondientes síntomas (Cohee M. L. et al, 2017).

En niños con un sistema inmunitario debilitado, la malaria a menudo se manifiesta en forma de fiebre alta, a veces acompañada de escalofríos y dolores de cabeza. Cada día, aproximadamente 3,000 niños mueren a causa de esta enfermedad, lo que la convierte en una de las principales causas de muerte entre los menores de cinco años en África (Stauffer W. et al., 2023).

El informe sobre el paludismo (malaria) de 2021 de la Organización Mundial de la Salud reveló un preocupante aumento de las muertes por malaria, 627,000 en 2020, la cifra más alta en casi diez años. Concretamente, las perturbaciones causadas por la pandemia de la COVID-19 contribuyeron a que la malaria ascendiese a 69,000 muertes entre 2019 y 2020 (Malaria No More UK, s.f.).

Si bien los esfuerzos de colaboración lograron evitar el peor escenario posible de duplicar las muertes por malaria en África subsahariana (indicativo de la eficacia de las inversiones en prevención y control), el aumento del 12% de las muertes relacionadas con la malaria hace patente la trágica pérdida de vidas a causa de una enfermedad prevenible y tratable (Malaria No More UK, s.f.).

¿Cómo se pueden prevenir las enfermedades infantiles?

En las últimas dos décadas, África subsahariana ha conseguido reducir la tasa de mortalidad infantil considerablemente. La región experimentó un notable descenso en la tasa de mortalidad en niños menores de cinco años, que pasó de 177 muertes por cada 1,000 nacidos vivos en 1990 a 98 por cada 1,000 en 2012 (African Development Bank Group, 2014).

Por ejemplo, Níger redujo su tasa de mortalidad infantil de 226 en 1998 a 128 en 2009, lo que supone un descenso anual del 5.1%. Ello se debe a la aplicación de distintas medidas, como la prevención de la malaria, una mejor nutrición, la distribución de suplementos de vitamina A y la mejora del tratamiento de enfermedades como la diarrea y la neumonía. El aumento de la inmunización infantil desempeñó un papel fundamental en los logros que alcanzó África subsahariana en materia de supervivencia infantil, incluso en países con sistemas sanitarios más deficientes (African Development Bank Group, 2014).

Del mismo modo, Senegal reconoció la importancia de implicar a las diversas partes involucradas, especialmente a la sociedad civil, para frenar la mortalidad infantil. Gracias a esta implicación, se puso en relieve la urgencia del problema, se mejoró la disponibilidad de los servicios sanitarios y se reforzó la lucha contra la mortalidad infantil.

Los exitosos programas de vacunación de Senegal contribuyeron significativamente a reducir la mortalidad infantil. Entre 2000 y 2015, descendió notablemente el 56% de la tasa de mortalidad de menores de cinco años en Senegal, lo que subraya la eficacia de estas iniciativas (EGH, s.f.).

Si bien es un paso hacia el progreso que ciertos países hayan logrado reducir la mortalidad infantil causada por enfermedades prevenibles y ello represente un gran avance, todavía queda un largo camino por recorrer. Todas las naciones deberían priorizar la igualdad sanitaria por medio de la implementación de una cobertura sanitaria universal, que permita que todos los niños tengan acceso a servicios sanitarios esenciales de manera gratuita.

Para poder alcanzar este objetivo, los países deben colaborar entre sí para las desigualdades y los condicionantes sociales relacionados con la salud. Además, la comunidad internacional puede cooperar con su apoyo y mediante la prestación de recursos para ayudar a los países a establecer y mejorar estos servicios sanitarios esenciales destinados a los niños afectados (OMS, 2020).

Escrito por Lidija Misic

Revisado internamente por Aditi Partha

Traducido por Celia Martínez Coronado

Revisado por Gabriela Pacheco

Última modificación el 9 de enero de 2024

Bibliografía:

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