“Niño adoptado a cambio de un hogar”: los escandalosos intercambios en línea

Posted on Posted in Uncategorized

 

¿Quiere deshacerse de un libro, un cuadro o un automóvil? ¿Quiere conseguir un objeto determinado? ¡No hay problema! Gracias a los muchos sitios de ventas y subastas en línea, ahora es posible ponerse en contacto con potenciales compradores y vendedores de todo el mundo en unos clics.

En internet se encuentra lo mejor pero también lo peor…

En septiembre de 2013, Megan Twohey, periodista de Reuters, sacó a la luz un espeluznante tráfico que tiene lugar en Estados Unidos: ya no son solo objetos lo que se intercambia a través de internet, sino niños adoptados.

El concepto es muy sencillo. Parejas que han adoptado a un niño, en la mayoría de los casos de origen extranjero y que no responde a sus expectativas, publican un anuncio en línea con una breve descripción del menor acompañada por las razones que llevan a la familia a querer deshacerse de él. Los argumentos van desde «necesita otro entorno porque con nosotros está claro que es desgraciado» hasta «no tenemos tiempo para implicarnos en todo el seguimiento psicológico que necesita», pasando por «entonces solo quería ayudar a niños desfavorecidos pero nunca imaginé en dónde me estaba metiendo ». De media, cada semana se anuncia a un nuevo niño en alguna de esas plataformas en línea. Sus edades suelen estar entre los 6 y los 14 años, aunque se dio el caso de un bebé de 10 meses. En el 70 % de los casos, los niños en cuestión han nacido en otros países.

Al otro lado de la pantalla, familias deseosas de acoger a los niños descritos se ponen en contacto con los anunciantes. Días después, sin pasar por ningún intermediario oficial, sin saber nada más de los otros protagonistas que lo que les hayan querido contar, sellan el destino de un niño. Lo llevan a un nuevo hogar y allí lo dejan.

¿Qué pasa después? Puesto que estos intercambios no son objeto de ningún seguimiento profesional y son totalmente ilegales, todos los abusos son posibles.

La investigación de Reuters se hace eco del caso de Quita, una adolescente liberiana de 16 años cuyos padres adoptivos decidieron entregarla. Mediante un anuncio en línea, dieron con una pareja, a priori perfecta, y tres semanas después llevaron a Quita a su nuevo hogar. Pero el problema era que el documento que supuestamente certificaba las cualidades parentales de los nuevos padres de Quita había sido falsificado. Debido a sus problemas psiquiátricos y a sus tendencias violentas, ya les habían retirado la custodia de sus hijos biológicos y además pesaban sobre ellos acusaciones de abusos sexuales a menores. Pero, como la reubicación de Quita se produjo en el mercado negro, nadie sospechó nada. En total, al menos seis familias fueron engañadas por estos mismos «compradores» de apariencia inocente, a los que entregaron al niño que habían adoptado.

En su primera noche en su nuevo hogar, sus padres adoptivos invitaron a Quita a dormir con ellos en el lecho conyugal. La madre adoptiva dormía desnuda. Unos días después, Quita y sus nuevos padres adoptivos desaparecieron. La primera madre adoptiva de Quita llamó a la nueva escuela a la que supuestamente asistía la adolescente y, al no encontrarla allí, se preocupó por su ausencia. Se dio aviso a la policía, que afortunadamente encontró a la joven y a sus captores. La historia acabó ahí pero podría haber sido aún peor. Y es que no faltan historias sórdidas de niños adoptados y después reubicados ilegalmente. Por ejemplo, el caso de una joven china acogida por una familia encontrada en internet, que fue obligada a cavar su propia tumba. O el de una niña rusa de 13 años que sufrió abusos sexuales por parte de su nuevo hermano adoptivo, que después le orinó encima.

Un niño no es una mercancía. Aunque la nueva familia pueda ofrecer un entorno afectuoso y más adaptado que el anterior a un niño, la reubicación de menores procedentes de la adopción internacional a través de internet es ilegal y profundamente inhumana. Tratar a una persona como un objeto que se vende o se intercambia supone negar su naturaleza humana y violar normas fundamentales del derecho internacional. Estos niños son especialmente vulnerables debido a su corta edad, al hecho de que casi nunca hablan el idioma de su país de acogida y a que desde el principio se encuentran en un entorno totalmente desconocido.

Ante las revelaciones de la agencia Reuters en 2013, algunas plataformas de internet que albergaban esos intercambios cerraron el acceso a los grupos en cuestión. Otras, alegando el derecho de los usuarios a hablar de los problemas sociales de actualidad por todos los medios a su disposición, no tomaron ninguna medida.

Desde el punto de vista legislativo, hay textos destinados a proteger a los niños y se tiende a reforzarlos cada vez más en el plano internacional. Pero el tratado interestatal relativo a la acogida de niños vigente desde 1960 en Estados Unidos no basta para impedir tales abusos. Por lo tanto, parece necesario afianzar los mecanismos de control existentes y capacitar mejor a las personas encargadas de supervisar el cumplimiento de las leyes sobre la adopción. Prueba de ello es que uno de los usuarios de las plataformas de intercambio en línea que entregó a su hijo adoptado a otra familia era agente de policía. Pero incluso con un personal cualificado y con suficientes efectivos, reglamentar lo que pasa en internet es algo muy complejo porque afecta a la esfera privada y plantea retos tecnológicos. Por otra parte, endurecer las medidas que regulan la adopción tiene el efecto contraproducente de estimular al mercado negro. Las parejas que fracasen en el proceso legal de adopción, conocido por ser muy estricto, podrían ver en esos intercambios en línea una alternativa para cumplir su sueño de ser padres. Por otro lado, las familias que fracasan en su intento de adopción –lo que desgraciadamente sucede en entre el 10 y el 25 % de las adopciones– a veces reciben muy poco apoyo de los servicios sociales y pueden pensar que la rápida reubicación del menor es la mejor opción para todos. Todo esto demuestra la importancia de ser muy prudentes en este resbaladizo terreno que tiene consecuencias significativas para familias enteras y niños inocentes.

 

Escrito por: Valentine Delarze
Traducido por: Jorge Gómez
Revisado por : Eva Milla