Infanticidio

El infanticidio, el acto consciente de acabar con la vida de un niño muy pequeño, sigue siendo un problema preocupante y desgarrador en la sociedad actual. Aunque la frecuencia de esta práctica ha disminuido con el paso del tiempo, sigue sirviendo para recordarnos con fuerza la profunda violación del derecho a la vida inherente del niño. Las complejidades  que rodean al infanticidio están profundamente relacionadas con factores como la insuficiente atención médica a las madres o las tradiciones culturales profundamente arraigadas. Aunque se ha logrado cierto avance al respecto, el infanticidio resalta las dificultades constantes a las que nos enfrentamos para proteger las vidas de los más vulnerables en nuestro entorno.

Tipos de asesinato de niños: Definición e implicaciones

El infanticidio, el filicidio y el neonaticidio representan distintos tipos de asesinato de niños que cuentan con raíces que se remontan a la historia antigua. Pueden cometer esta clase de actos una madre, un padre, o cualquier miembro de la comunidad que cuente con el rol de figura paterna.

El infanticidio consiste en acabar con la vida de un bebé recién nacido de manera intencionada. Históricamente, esto se ha visto como una manera de controlar el tamaño de la población y deshacerse de los niños que se consideraban débiles o deformes. No obstante, en algunas sociedades, solo se mataba al bebé o se le dejaba morir en circunstancias excepcionales. Por ejemplo, en el caso de los esquimales, las condiciones de vida tan duras dieron lugar, en ocasiones, a la práctica de matar a las niñas recién nacidas poco después de nacer para asegurarse de que hubiera suficientes maridos capaces de cuidar a la población femenina (Britannica, 2023).

El filicidio proviene de las palabras en latín “filius” (hijo), “filia” (hija) y “-cide” (matar), y se refiere tanto al acto en sí como a la persona que lo comete. La definición legal depende del país; algunas naciones la aplican para referirse a las madres que son autoras del crimen, mientras que los países occidentales condenan cada vez más a los padres de filicidio. El marco legal del filicidio cuenta con un balance con respecto a los tratos y penas, y a menudo se reducen las penas a las madres que cometen este crimen en el primer año de vida del niño por factores como la depresión postparto (Almeida F et al., 2017).

El neonaticidio, que consiste en la muerte de niños de menos de un mes, por lo general tiene lugar poco después del parto, a menudo en cuestión de horas, y se asocia de manera frecuente con los embarazos no deseados (Byard W.R, 2016). La Ley de Infanticidio británica reconoce que los cambios biológicos del parto, tales como los correspondientes a los ajustes de las hormonas y el sistema nervioso, pueden estar ligados a trastornos como la negación del embarazo y la histeria (Spinelli G.M, 2001).

En un estudio llevado a cabo en los Estados Unidos, los investigadores han examinado a dieciséis mujeres acusadas de neonaticidio a través de evaluaciones psiquiátricas. Los resultados revelaron un patrón común entre todas ellas, que contaba con síntomas tales como la despersonalización, las alucinaciones disociativas y la amnesia durante el parto. Este estudio ha arrojado luz a la necesidad de estrategias de tratamiento para prevenir el neonaticidio y ha destacado la vulnerabilidad única de las mujeres durante el parto (Spinelli G.M, 2001).

El acto de matar a un bebé cuenta con una historia compleja que tiene implicaciones significativas. Durante la historia de la humanidad, se ha practicado el infanticidio en varias culturas y se ha aceptado como medio para planificar la familia. Ahora bien, contrasta con fuerza con los valores contemporáneos que priorizan la protección y la santidad de la vida de un niño (Newman S. 2017).

Examinando los métodos: infanticidio pasivo y activo

Se puede clasificar el infanticidio en dos tipos principales: el activo y el pasivo. El infanticidio activo consiste en acciones conscientes que dan lugar directamente a la muerte de un bebé. En cambio, el infanticidio pasivo se caracteriza por la negligencia con respecto a los cuidados médicos, nutricionales, físicos y emocionales, lo cual conlleva de manera indirecta la mortalidad infantil. El infanticidio activo a menudo es resultado de factores culturales y relacionados con el género, mientras que el infanticidio pasivo suele estar impulsado por un apoyo y recursos inadecuados para las familias que están afrontando dificultades (CRIN, 2011).

No obstante, los profesionales de la ética cuestionan la distinción convencional entre el asesinato pasivo o activo, afirmando que abstenerse de manera intencionada a prevenir un resultado negativo cuenta con el mismo significado moral que causar ese resultado cuando se alinean las motivaciones. Esta perspectiva cuestiona la disparidad moral inherente entre permitir la muerte de alguien y quitarle la vida de manera activa (Tooley M, 2002).

Según los datos post-mortem del Tribunal de Distrito de Poznan (Polonia) que abarcan los años desde los 1990 hasta los 2000, la mayor parte de las mujeres infractoras eran personas jóvenes, solteras, que pertenecían a la clase trabajadora y que tenían entre 17 y 42 años de edad, así como un nivel educativo bajo. El método principal que se había utilizado en el 80% de los casos fue el infanticidio activo, que a menudo consistía en confinar al niño u obstruirle la garganta y la laringe, mientras que el infanticidio pasivo se llevó a cabo en el 20% de los casos. Es de destacar que ninguno de los casos presentaban signos de psicosis (Kolowski J et al., 2005).

Causas del infanticidio: dificultades en la vida y embarazos no deseados

A pesar de los avances significativos en la psicología y en las ciencias sociales, definir las motivaciones y los factores de riesgo sigue siendo un reto. Esta dificultad surge debido a que en el infanticidio influye una combinación compleja de factores psicológicos, socioculturales y económicos, y dichos factores interactúan de manera diferente en comunidades y situaciones distintas. Para comprender y prevenir este suceso trágico, es fundamental indagar en las experiencias traumáticas de los padres y las circunstancias que los llevan al infanticidio.

Dichas experiencias podrían incluir historias de maltrato, negligencia, enfermedades mentales, abuso de sustancias, incompetencia en la crianza y falta de apoyo social. Además, las causas incluyen las relaciones interpersonales tensas, conflictos en el matrimonio, violencia en el hogar, pérdidas, separaciones, condiciones de vida adversas, eventos traumáticos y dificultades económicas (Ozdemir F. D. et al., 2021).

En los países en desarrollo como Senegal, el infanticidio es un problema significativo; el hecho de que a las mujeres se les acusa de matar a sus hijos recién nacidos conlleva que exista un notable número de mujeres presas. Estos casos suelen provenir de embarazos no deseados debido al estigma social y un potencial deshonor. El estigma que rodea a esos embarazos es profundo, y eso las empuja a medidas desesperadas (Gaeste A, 2018). Las mujeres que experimentan esos embarazos recurren, entonces, al infanticidio como respuesta, a menudo de manera aislada.

Un factor que contribuye a este problema son las leyes estrictas del aborto en Senegal. El aborto es ilegal en Senegal, salvo en los casos en los que la salud de la madre está en peligro y se requiere la aprobación de dos doctores y un fiscal. Esto provoca que el acceso al aborto seguro resulte casi imposible, dejando a las mujeres con embarazos no deseados sin opciones viables. Se está trabajando en reformas para estas leyes, pero hay oposición por parte de factores religiosos y sociales (Gaeste A, 2018).

La preservación de la vida infantil

Para prevenir el trágico incidente que es el infanticidio, se necesitan tanto reformas legales como cambios en las actitudes de la sociedad para ayudar a las mujeres que están haciendo frente a un embarazo no deseado. Esto debería requerir esfuerzos colectivos y cooperación por parte de las autoridades gubernamentales, las instituciones sociales, y las organizaciones no gubernamentales.

Por ejemplo, India muestra sus esfuerzos para luchar contra el infanticidio, que está impulsado por prejuicios de género profundamente arraigados. El gobierno aplica la ley, realiza campañas de concientización, y ofrece incentivos económicos para hacer frente a las tecnologías determinantes de género y los abortos selectivos en función del género. El marcado desbalance de género es evidente; el 90% de los niños abandonados son niñas, lo que destaca las percepciones de la sociedad con respecto a su productividad (Gender in Geopolitics Institute, 2021).

No obstante, a pesar de esas medidas, la reducción del infanticidio se atribuye fundamentalmente a factores relacionados con la salud. Lamentablemente, la discriminación de género y la violencia contra las mujeres siguen siendo problemas generalizados, lo que destaca la necesidad de realizar esfuerzos continuos y constantes para dar lugar a un cambio significativo (Gender in Geopolitics Institute, 2021).

No obstante, países como India y Senegal tienen que persistir en sus esfuerzos para luchar contra esa profunda discriminación de género y la violencia contra las mujeres. Esto implica aplicar las leyes existentes de una manera más rigurosa y sostener iniciativas que promuevan la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en la sociedad.

Para prevenir el infanticidio y el suicidio en los casos de psicosis postparto, todo país debería establecer un sistema sanitario robusto que ponga como prioridad la atención hospitalaria óptima para asegurar una seguridad, un diagnóstico preciso, así como la iniciación de un tratamiento rápido. La identificación rápida es fundamental para llevar a cabo una intervención a tiempo, que implica asegurar un descanso postparto suficiente, una medicación inmediata, y la búsqueda de una consulta con el psiquiatra. (Healio Psychiatry, 2019).

Escrito por Lidija Misic

Corregido por Aditi Partha

Traducido por J. R.

Revisado por Lorraine Valarino

Última actualización el 24 de septiembre de 2023

Bibliografía:

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