Muchos niños son privados regularmente de su libertad en todo el mundo. Este problema generalizado refleja toda una serie de retos sociales, políticos y humanitarios, y se calcula que cada año hay un millón de niños detenidos en tiempos de guerra en diversos entornos, como en centros de detención de inmigrantes y centros de menores. El elevado número de niños detenidos pone de manifiesto la urgente necesidad de incrementar la sensibilización y aunar esfuerzos para salvaguardar los derechos y el bienestar de estos jóvenes en situación de vulnerabilidad.

Formas y causas de la detención infantil
La pérdida de libertad de los menores puede deberse a diversos factores, muchos de los cuales están influenciados por las normativas y los marcos jurídicos nacionales. Sin embargo, algunas causas tienen mayor prevalencia que otras.
Delincuencia juvenil
La delincuencia juvenil, o el riesgo de que se produzca, es un motivo común por el que los menores acaban implicándose en el sistema de justicia penal, lo que conduce a su detención o encarcelamiento en centros de menores. Además, los menores pueden ser detenidos o confinados debido a su implicación en actividades delictivas, que van desde delitos menores a delitos graves como el homicidio.
Dependiendo del país del que se trate, la edad mínima de responsabilidad penal varía. Por ejemplo, en Bélgica, niños de tan solo doce años pueden ser considerados penalmente responsables y, por tanto, internados en las correspondientes instituciones, mientras que el límite de edad para lo mismo en la República Checa es de quince años (Child Rights International Network, 2019).
Confinamiento relacionado con la inmigración
El confinamiento relacionado con la inmigración es otro factor significativo, especialmente en las regiones que experimentan altos niveles de migración, donde los menores pueden ser detenidos mientras esperan los procedimientos de inmigración o la deportación. Además de la detención en sí y del trauma previo causado a menudo por la propia experiencia migratoria, los niños retenidos en el confinamiento relacionado con la inmigración suelen ser separados de sus familias, lo que se suma a una situación ya de por sí psicológicamente perjudicial (Pearson, 2023).
Acompañamiento de cuidadores encarcelados
Los menores también pueden ser detenidos por acompañar a cuidadores encarcelados, como padres o familiares, cuya detención afecta a las condiciones de vida y al cuidado de los niños dependientes. La duración y las condiciones de vida de su internamiento varían considerablemente de un país a otro.
Por ejemplo, Cuba permite que los niños permanezcan en prisión con su cuidador solo hasta el año de edad. Del mismo modo, países como Etiopía, Nigeria, Japón y Corea del Sur permiten que los niños residan en prisión hasta los dieciocho meses. Sin embargo, también hay países como Camboya, Fiyi, México y Turquía que permiten que los niños permanezcan en prisión hasta los seis años.
Otros motivos de detención
Las discapacidades físicas o mentales pueden dar lugar al internamiento de menores en instalaciones especializadas o centros de tratamiento. Las medidas de protección impulsadas por el Estado, destinadas a salvaguardar a los menores de daños o explotación, también pueden dar lugar a su confinamiento, aunque con la intención de garantizar su bienestar. Además, la discriminación por motivos étnicos, religiosos o socioeconómicos puede conducir a tasas desproporcionadas de detención o reclusión entre determinados grupos de menores, lo que pone de relieve las desigualdades sistémicas dentro del sistema de justicia.
La situación mundial en cifras
Dependiendo de cada país, los motivos que conllevan la detención de menores pueden variar significativamente, lo que refleja la diversidad de contextos legales, sociales y políticos. Por ejemplo, en Estados Unidos, miles de niños son internados anualmente en centros de menores por diversos motivos, entre ellos, la participación en actividades delictivas o la espera a ser juzgados. De hecho, más de 43 000 menores fueron recluidos en centros de internamiento un día cualquiera de 2019 (OJJDP, 2022).
Por otra parte, sobre la base de una comparación de 82 países en 2015, Brasil se posicionó como el país con el mayor número de menores recluidos en prisiones o instituciones penales o correccionales, con 23 725 individuos, seguido de China, Tailandia y Estados Unidos, como se indicó anteriormente (Biblioteca Helgi, 2018).
Del mismo modo, la detención de niños relacionada con la inmigración es un problema prevalente en las zonas más desarrolladas del mundo, como Estados Unidos y Europa, donde los niños migrantes a menudo son detenidos en centros de detención mientras esperan los procedimientos de inmigración o la deportación.
En 2023 el número promedio de menores detenidos por motivos de inmigración ilegal en EE. UU. rondaba los 10 000 (Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., 2023). Además, la ONU, basándose en los datos recopilados de 38 países europeos, descubrió que la detención de menores por motivos de inmigración tiene lugar en al menos 27 países de la región de la OSCE (OSCE, 2022).
En este contexto, también cabe mencionar la detención por motivos de guerra, ya que, por ejemplo, en 2023, en Irak, alrededor de 1000 niños fueron detenidos por delitos relacionados con la seguridad nacional, incluida la vinculación real o supuesta con grupos armados (ReliefWeb, 2023).
Lo que se desprende de estos ejemplos es que la cuestión de los niños detenidos es un problema mundial presente en todos los países, independientemente de su situación socioeconómica. Como tal, suscita preocupación por las violaciones de los derechos humanos y los efectos psicológicos a largo plazo que sufren estas personas en situación de vulnerabilidad.
Efectos perjudiciales del aislamiento
Independientemente de las circunstancias, la detención de niños puede tener graves y amplias repercusiones en su bienestar y desarrollo. Los jóvenes encarcelados se enfrentan a un mayor riesgo de violencia, abusos y explotación, lo que afecta a sus perspectivas de futuro y perpetúa los ciclos de marginación social.
A modo de ejemplo, los menores tienen cinco veces más probabilidades de sufrir agresiones sexuales en centros de detención para adultos y 36 veces más probabilidades de suicidarse si se están recluidos en una cárcel o prisión para adultos (Kraut, s.f.). El acceso limitado a la educación, atención sanitaria y al apoyo social dificulta aún más su capacidad para rehabilitarse y reintegrarse en la sociedad, lo que perpetúa los ciclos de reincidencia y marginación social.

En el caso de la detención migratoria, los niños suelen ser sometidos a periodos prolongados de confinamiento en instalaciones diseñadas para adultos, lo que les provoca angustia psicológica, ansiedad y traumas. Estos niños corren un alto riesgo de sufrir abusos y ser víctimas del abandono. La separación de los miembros de la familia y la incertidumbre sobre su futuro agravan estos problemas, dejan cicatrices duraderas en la salud mental y emocional de los niños detenidos y, a menudo, les impiden para defender sus derechos humanos fundamentales (Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, 2016).
Detención de niños en circunstancias especiales
Los niños detenidos junto a cuidadores encarcelados se enfrentan a problemas agravados, como la interrupción de la prestación de cuidados, la pérdida de apoyo familiar y la precariedad de las condiciones de vida. Estos problemas amplifican los graves efectos psicológicos de la detención, que afectan a su estabilidad emocional y a su desarrollo.
En tiempos de guerra, los niños suelen ser detenidos en condiciones duras y arbitrarias. Pueden ser retenidos con escasas o nulas pruebas, a veces sometidos a tortura u otros tratos crueles para forzar confesiones. Estos niños, reconocidos por el derecho internacional principalmente como víctimas que requieren rehabilitación y reintegración social, soportan condiciones que subrayan la necesidad de intervenciones de protección.
Mantener confinados en instituciones a los niños con discapacidad mental y/o física puede aislarlos de la sociedad y limitar sus oportunidades de interacción e integración social. Estos niños pueden experimentar una falta de atención y apoyo personalizados adaptados a sus necesidades específicas, lo que obstaculiza su desarrollo y bienestar.
Además, el entorno institucional puede exacerbar los problemas de salud mental existentes y contribuir a generar sentimientos de alienación y angustia entre los niños en situación de vulnerabilidad. Por último, hay que mencionar que las probabilidades de abuso aumentan cuando una persona con necesidades especiales es colocada en un hogar de grupo u otro entorno comunitario (Mattie, s.f.).
Cómo cambiar la situación de los niños detenidos
Los gobiernos desempeñan un papel crucial a la hora de reformar las políticas y los marcos jurídicos para dar prioridad a los derechos y el bienestar de los niños sometidos a distintas formas de detención. Esto implica aplicar alternativas a la detención, como programas comunitarios y medidas de remisión, centradas en la rehabilitación y la reintegración en lugar del castigo y la administración, no solo cuando se trata de delincuencia juvenil, sino también de detención migratoria.
Los gobiernos también deben garantizar la financiación y los recursos adecuados para que los sistemas de justicia de menores, las agencias de inmigración y los servicios sociales apoyen eficazmente a los menores detenidos. Esto se extiende a la asignación de fondos a las instituciones, organizaciones y personas que trabajan con menores con discapacidades físicas y mentales para permitir un enfoque más individual y centrado en la integración.
La colaboración entre los gobiernos y las ONG puede abordar las causas profundas de la detención infantil y promover la adopción de mejores prácticas que den prioridad a los derechos y el bienestar de los niños. Las ONG pueden ofrecer asistencia jurídica, apoyo psicosocial y programas educativos a los niños detenidos, lo que ayuda a mitigar los efectos negativos del confinamiento. Además, pueden investigar y concienciar sobre los problemas que rodean a la detención infantil mediante reformas políticas y cambios sistémicos tanto a escala nacional como internacional.

A nivel individual, hay varias formas de contribuir a mejorar la situación de los niños detenidos. Por ejemplo, colaborando como voluntarios con ONG que trabajan directamente con menores detenidos, ofreciendo tutoría y apoyo, o abogando por cambios políticos en sus comunidades y redes sociales. Las personas también pueden educarse a sí mismas y a otras personas sobre las realidades de la detención infantil, con el fin de desafiar el estigma y los conceptos erróneos que perpetúan estas prácticas nocivas.
Escrito por Zeljka Mazinjanin
Revisión interna por Aditi Partha
Traducido por Adrian Cuellar Correa
Traducción revisada por Celia Martínez Coronado
Última actualización el 13 de mayo de 2024
Bibliografía:
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